lunes, 11 de diciembre de 2023

Fondillón en el pecio del Triunfante. El vino más antiguo de España.

 

El fondillón es una variedad de vinos que era reconocida en el mundo entero y ahora podemos conocer una historia muy interesante, con denominación de origen de nuestra tierra por cierto. Por su calidad navegaba en buena parte de la bodegas de los barcos del Mediterráneo Español. Se trataba de un vino apreciadísimo. Un color violáceo y ámbar con tono a  teja a medida que envejece, ligeramente dulce con aromas de pasa y madera noble que encantaba al paladar de la época. Ya William Shakeapeare lo citaba como grandioso. Y Alejandro Dumas daba a elegir a uno de sus protagonistas entre un jerez, un oporto y un fondillon, eligiendo este último. El vino con aromas de asa y madera noble también gustaba mucho a Emilio Salgari, Dafoe o Dostovevski. Por cierto, aún a día de hoy tras recuperar la esencia en un barril del XIX, por los actuales bodegueros de tan preciada firma, en los mares bálticos y rusos es considerado como uno de los mejores. Y así, con este curriculum, una botella de vino Fondillón, cargada en el puerto de Alicante, apareció intacta y sellada en la carga de un navío inglés que naufragó frente al delta del Ebro en 1813, durante la guerra del francés y  ha sido objeto de estudio reciente y brillantemente por parte del Centro de Arqueología subacuática de Cataluña. ¿Y qué tiene de original el asunto?. Pues muy fácil. La importancia del hallazgo radica claramente que este vino que data de 1805 a día de hoy, era un vino único, el más antiguo de España. El Fondillón casi desaparece del mapa hace un siglo por la causa de la plaga de la filoxera en buen parte del Levante y el Mediterráneo andaluz. Al encontrarse mediante la arqueología, y tras el obligado paso por el laboratorio, la química nos permitiría conocer sus condiciones del pasado, para traerlas al presente. El presidente de la denominación de origen de la tierra, Antonio Miguel Navarro lo dejó bien claro cuando se produjo este inusual hallazgo; “Sacamos una muestra de liquido del interior de la botella y vimos que el vino ha permanecido intacto”. Un vino intacto, que efectivamente, como nos recordaba Shakeaspeare, era un caldo consumido en aquella época por reyes, príncipes cardenales y que, en los barcos, se utilizaba también para una cuestión vital en esa época, luchar contra el escorbuto. Estas botellas que a día de hoy puedes contemplar en el museo, era como encontrar para lo biólogos, bioquímicos o los paleontólogos un mosquito milenario atrapado en ámbar. Una reliquia del pasado que mediante la ciencia y la campaña arqueológica sobre el pecio del triunfante, desgraciadamente muy castigado por el expolio, nos permitirá conocer detalles de  la carga, la época, sus usos y costumbres, y algo excepcional, la composición de este vino casi desaparecido. Una victoria de la arqueología en un campo, como es el de las botellas y sus licores que en muchas ocasiones se encuentra en manos de los “rescatadores” del medio submarino. Una victoria de la ciencia.
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Vino dulce de Málaga (Charab almalaquí)

LA ALIMENTACIÓN EN LA
CRONÍSTICA ALMOHADE Y NAZARÍ: ACERCA DEL CONSUMO DEL VINO

Introducción

El trabajo que ahora presentamos es una exposición sucinta de las posibilidades de uso de la historiografía de los períodos almohade y nazarí en el estudio de la alimentación, centrado en el tema de la normativa dietética religiosa y del vino. Este trabajo es continuación del que elaboramos en nuestra Memoria de Licenciatura, si bien circunscrito entonces a las crónicas castellanas bajomedievales. Dadas las exigencias de brevedad del Congreso, nos limitaremos a dar unas pinceladas sobre el tipo de información que estas obras contienen y de las características fundamentales de la alimentación que de ellas se pueden extraer. Dejamos para otro lugar el examen de la época anterior, el desarrollo de lo que en este foro no señalamos, así como la comparación de los códigos alimentarios castellano e hispanomusulmán, asunto del que hablaremos en la próxima Settimana di Prato.

  Antes de empezar queremos llamar la atención sobre dos puntos. Partimos de que nada vale un estudio autónomo de un determinado producto si éste no se pone en relación directa con el régimen alimentario del que forma parte y en el que se inserta. Aunque es verdad que al optar sólo por la utilización de un determinado tipo de fuente hemos cerrado muchas puertas a una serie de datos más concretos, no lo es menos que hoy, como antaño, seguimos lastrando las lagunas creadas por una investigación histórica atenta a lo anecdótico y que ha olvidado responder las grandes preguntas que la historia de la alimentación, y no sólo ésta, plantea. Así, poco es lo que se sabe actualmente de las peculiaridades de la alimentación de estos siglos, en especial de las transformaciones que se produjeron con el paso del dominio almorávide al almohade y de éste al nazarí. De esta última etapa disponemos al menos de un mayor volumen de datos, pero no es menos cierto que éstos siguen apareciendo de manera deslabazada y un tanto incongruente.

  Una de las pocas vías de escape a este problema, que muchas veces aparece como irresoluble, es el análisis de los materiales cerámicos medievales. De nada sirven las tipologías y los catálogos de excavaciones si ni siquiera son utilizados para intentar dar solución a cuestiones como las aquí esbozadas. El profesor Guillermo Roselló Bordoy fue uno de los pioneros en proponer alternativas para intentar avanzar en este camino. A pesar de ello, en la actualidad seguimos esperando una cosa tan simple como que a la taxonomía suceda la interpretación. Afortunadamente, los resultados que están proporcionando la zooarqueología y carpoarqueología son muy esperanzadores, si bien habrá que esperar a que estos se extiendan y generalicen para obtener resultados más concluyentes.

  Hay también que resaltar el hecho de que el Islam medieval, y el andalusí por tanto, es heredero directo del Mundo Antiguo. Fue éste el que proporcionó a los musulmanes los instrumentos con los que controlar su existencia. Sirviéndose de conceptos clásicos, estas gentes fueron capaces de elaborar una visión del mundo que respondía a realidades muy diferentes, fiel a las necesidades que esos tiempos les imponían, a la vez que ejercían de vehículo transmisor de toda una cultura que, en el Occidente medieval, se había convertido en mero recuerdo. Aunque parezca increíble, el tema de las prescripciones alimentarias sigue participando de las valoraciones elaboradas siglos atrás por una cultura que las desconocía.