viernes, 14 de octubre de 2016

El sindicalismo alpargatero en Aspe (Alicante)

Revista de identidad Cultura Aspense

El sindicalismo alpargatero en Aspe (Vinalopó)

Fig 1 Familia de alpargateros
José Ramón García Gandía
Durante los primeros años de producción alpargatera en Aspe no existió asociacionismo obrero en este sector. Desde Elche, en más de una ocasión, se emitieron quejas sobre la forma en que se imponían las condiciones de trabajo en nuestras fábricas, en particular la de Calpena Hermanos y Compañía y, efectivamente, hubo un interés propio, del que participaban tanto obreros como fabricantes, de que en Aspe se pusiese en marcha un sindicalismo obrero que modificase las condiciones de trabajo y producción, y de esta forma no se produjese más barato para poder competir en igualdad de condiciones.
Pese al aumento de fábricas dedicadas a la alpargatería durante la primera década del siglo xx, no es hasta 1911 cuando comienza el proceso de agrupación de los trabajadores alpargateros con la creación del todavía denominado Gremio de Costureros Alpargateros. En este sentido se expresaba el diario Juventud:
Por fin la masa obrera aspense despierta del suicida letargo en que se hallaba sumergida ¡Ya era hora! Y sale en defensa del pan con la energía propia de aquellos que cansados de ser inicuamente explotados y maltratados rompen las cadenas de esclavitud para dejar de ser mártires inconscientes aún a costa de serlo en defensa de los sabios ideales de su redención.
Los costureros han constituido un gremio que por el entusiasmo con que lo han hecho hace esperar que pronto puedan tener justos beneficios, pues tal la avaricia de algunos fabricantes que aquellos no pueden, aun trabajando doce horas al día, ganar un jornal mayor de 1,75 pesetas.
Además; hay fábrica (Calpena Hermanos y Compañía) que multan y maltratan a sus operarios hasta por faltas supuestas.
Ánimo, pues, costureros, ese es el camino de vuestra salvación. Mucha unión, mucha disciplina que la victoria es segura. Demostrar a esas panteras con figura de fabricantes, que no sean borregos lo que explotan, sino hombres consientes con deseo de hacerse respetar.
Apenas un mes después de este anuncio, Antonio Cremades Prieto, en representación del Gremio se dirigía al Alcalde de Aspe, el liberal Gregorio Rizo Penalva, para manifestarle que, en un acto que pretendían organizar, ellos eran los más interesados en que reinase el orden y, si esto no era posible, no sería porque no lo hubiesen intentado, declinando cualquier responsabilidad. Posiblemente se trató de una huelga, ya que en diciembre de ese mismo año, Manuel Berenguer Esquembre, también en representación del Gremio de Costureros escribe una carta a los alpargateros que todavía no han ingresado en el gremio, explicando que “Después de calmados los ánimos y serenadas las pasiones (que a tan alto grado subieron durante el periodo de la cruenta lucha por nosotros sostenida), a vosotros nos dirigimos, para demostraros, en bien pocas palabras, el crimen de lesa humanidad que estáis cometiendo con vuestra desunión”.
En este mismo escrito expresaba el camino a seguir: “Con que compañeros: Agremiarse todos los oficios, en sociedades de resistencia, y formemos una federación local, y en no muy lejano día se levante airoso, uno de esos templos de la virtud que se llaman “Casa del Pueblo”; y que por sus ventanales penetren auras de libertad y de progreso. Hagamos escuelas puramente Racionalistas, para que nuestros pequeñuelos sean el día de mañana hombres consistentes, y no hombres cosas”.
Este Gremio de Costureros Alpargateros era, en realidad, una sociedad de resistencia y socorros mutuos. Junto a ésta, surgía en marzo de 1912, a imagen de la creada en Elche con anterioridad y de similar nombre, El Renacer Femenino. Sociedad de Resistencia de Oficios Varios y Socorros Mutuos.
Con el tiempo, el gremio de costureros cambió su nombre al de Sociedad de Resistencia de Constructores de Suelas y Oficios Similares. Se componía de cuatro secciones: constructores de suelas, costureros, hiladores y oficios auxiliares. Así, durante estos años, empieza a evidenciarse una conciencia de clase en el sector. En la prensa se dedican artículos a “el proletariado” y se elogia que las sociedades de resistencia que “han venido a satisfacer una necesidad sentida hace mucho tiempo en nuestro querido pueblo” con un “hecho (que) no tiene presente”, terminen “de una vez con la odiosa explotación de que venían siendo objeto los obreros”.
Junto a la sociedad de alpargateros de Aspe, poco tiempo después surgieron otras en distintas poblaciones, muchas de ellas cercanas a Elche. Pero, pese a la cercanía con el centro alpargatero, existía una disparidad de precios y condiciones de trabajo.
Este aumento de sociedades dio lugar, en 1913, a la creación de la Federación de Obreros Alpargateros, una vieja aspiración de los alpargateros ilicitanos. En mayo de ese año, aparece en el diario Trabajo una circular convocando un congreso fundacional para el mes de agosto, ante “la anarquía que reina en los precios de la mano de obra” y “la escasa consideración” de los patronos, enzarzados en una terrible competencia. Se aseguraba, además, que en Aspe, Caravaca y Lorca la explotación llegaba a extremos tales que perjudicaba a todos los alpargateros. Una vez, constituida, comenzó su actividad y en abril de 1914 se visitó Aspe para intentar convencer a los alpargateros que quedaban sin afiliar de que se unieran al sindicato.
En mayo de ese año, la sección de Aspe comunica a la federación la convocatoria de una huelga en la fábrica de los Sres. Botella, Sentenero, Pastor y Compañía por el despido injustificado de un compañero. Se realizaron gestiones con el Alcalde con el objetivo de conseguir una solución pactada, pero estas resultaron infructuosas.. El comité central emitió una circular a todas las secciones avisándoles de que debían tomar nota de lo que ocurría en Aspe, por si se agravaba el conflicto, para acudir en su ayuda. Por su parte, los patronos afectados fueron al encuentro del resto de fabricantes buscando el apoyo que necesitaban para triunfar en sus pretensiones y, tras un mes de paro, los veinticinco huelguistas finalmente tuvieron que solicitar ayuda a las secciones ya que no contaban con fondos en la caja de resistencia.
En Castellón, en agosto de 1914, se celebró el II Congreso de la federación. Entre los temas más interesantes aparece la propuesta ilicitana del ingreso en la ugt. Entre otras mociones se debatió, sin éxito, el establecimiento de talleres comunales en caso de huelga reglamentaria por ser, según propuso para este congreso la sección de Aspe, “la única forma de dar al traste con el régimen individualista”. También se dio lectura a un oficio de la sección aspense comunicando la designación de José Vicente Ruíz como vicesecretario del Comité.
En septiembre se organizó una nueva gira por los pueblos de la provincia para insistir en la afiliación al sindicato, también con escaso éxito. En Aspe, el acto de propaganda anunciado tuvo que suspenderse “por encontrarse entregados a las faenas de la vendimia mucho del personal que pertenece al Centro Obrero”. En realidad, las condiciones en que se encontraba la industria alpargatera en aquellos momentos eran muy deficientes y la sección de Aspe terminó por darse de baja en la federación. Por este motivo se realizó un acto de propaganda dirigido a los costureros. Vicente Barrio se dirigía a los obreros de esta forma:
Ante la indiferencia de unos y la apatía de muchos y ante el rutinarismo (sic) y la mala fe de los inadaptados, de los ajenos a toda obra de liberación humana; ante el proceder poco noble e indigno de muchos patronos, nos vemos obligados una vez más a salir a la palestra a defender nuestros derechos inhumanamente violados por algunos hombres poco escrupulosos en una época… …siervos de la gleba. Los que hemos permanecidos fieles a nuestros principios de asociación; los que a pesar de la terrible huelga del año pasado no desertamos de nuestra fila de combate, vemos, con tristeza el marasmo que pesa sobre muchos compañeros, que no desconociendo (y esto es lo triste) las ventajas que nos reporta nuestra asociación, permanecen alejados de nosotros como si vivieran en el mejor de los mundos. Todo parece, que hayan cloroformado los cerebros de estos buenos compañeros. Parece así, que el ambiente esté impregnado de algún narcótico para adormecer a estos trabajadores”.
La oratoria hacía hincapié constantemente en la unión de los obreros alpargateros y en la necesidad de afiliación al sindicato para aunar fuerza y, así, luchar contra la opulencia del capital. Su discurso terminó de esta forma: “¡Trabajadores! La redención, por la instrucción y la asociación. ¡Cobijémonos todos bajo la bandera roja, símbolo del bienestar social, para conseguir que reine en la tierra la verdadera felicidad que para todos deseamos! ¡Viva el Gremio de Costureras y El Renacer Femenino!”.
Poco después se planificó un nuevo viaje ya que la sección todavía se encontraba de baja en la Federación. En esta ocasión, Andrés Saborit, se expresaba de la siguiente forma: “en Aspe, pueblo alicantino enclavado entre Elche y Novelda, pero sin ferrocarril todavía, hubo hace un año una huelga terrible, uno de esos hechos típicos en nuestra nación, en donde las autoridades se cuidan más de apalear a los obreros que de atender sus reclamaciones”. En su escrito arremetía contra la fábrica de Ramón Calpena Cañizares acusándole de no dar trabajo a los obreros afiliados al sindicato. Este patrono, llegó a publicar una nota que colgó en la entrada de la fábrica prohibiendo a los obreros que quisiesen trabajar en su fábrica pertenecer a la sociedad de alpargateros.
Figura 2 Alpargateros de la fábrica de Ramón Calpena Cañozares
Alpargateros de la fábrica de  fábrica de Calpena Hermanos y compañía (El Día, 1919)
A fines de 1915, la sección de Aspe entra, de nuevo, en la federación que con 1.880 federados iba mejorando progresivamente. El Comité central continuó en Elche y en octubre de 1916 llevaron a cabo una nueva campaña propagandística por Aspe y otros pueblos de la provincia.
Durante estos meses la sección de Aspe comienza a recuperarse, hecho que se pone de manifiesto durante la huelga general de diciembre de 1916. En la localidad hubo un paro generalizado. Además de las fábricas de alpargatas cerraron las cerámicas, las industrias alcoholeras, las de jabón, la fábrica de carruajes y las carpinterías y ebanisterías. No hubo incidentes y, tal y como se desarrollaron las cosas en el resto del País, esta huelga sería el preludio, también en la población, de la que se estaba preparando para agosto de 1917.
Con el cambio de año, las secciones de alpargateros de la provincia de Alicante van acercándose cada vez más a las tesis socialistas propugnadas por la UGT y, en este sentido, los alpargateros de Aspe solicitan el ingreso en este sindicato mediante un oficio el 15 de febrero de 1917. No obstante, se le contesta que el ingreso deben de hacerlo por medio de su respectiva federación. Lo que nos indica la pertenencia de la federación, en estas fechas, a este sindicato y que la sección de Aspe todavía no se encontraba federada.
Las secciones de alpargateros de Aspe, sobre todo la formada por mujeres crecen a partir de 1918 en número de afiliados. En junio de 1919, los alpargateros contaban con 410 miembros y El Renacer Femenino con 964 afiliadas. Aunque en este último sindicato se integraban todas las profesiones femeninas, la gran mayoría eran alpargateras, tal y como queda de manifiesto en la documentación propia de la sociedad.
Ambas sociedades desarrollaron una intensa actividad negociadora con el Sindicato de Fabricantes de Alpargatas de Aspe. Su objetivo era la de unificar una plantilla que estableciese las clases de alpargatas y el precio que debía pagarse por la fabricación de cada una de las piezas que componían la alpargata, así como la regulación, aunque aún de forma básica, de las condiciones de trabajo.
Sabemos de la existencia de una plantilla aprobada por fabricantes y obreros en junio de 1917, pero que no hemos localizado. Sí las sucesivas, que se negociaron entre 1918 y 1919 y que, finalmente, llevaron a la firma de un convenio entre ambas partes. Convenio que tuvo una corta vigencia, pues todo se fue al traste con el conflicto social que desembocó en la huelga de 1919.
Fig 3 Sellos de las sociedades alpargateras de Aspe
Sellos de las sociedades alpargateras de Aspe
En enero de 1918, María Erades, presidenta de El Renacer Femenino se dirige al Alcalde de Aspe, Francisco Alcaraz Pavía, elegido por el Partido Demócrata, solicitando su ayuda como mediador ante los patronos para la aprobación de la plantilla unificadora de precios y trabajos. La carta, además de la presidenta, iba firmada por el Consejo de Administración, integrado por personal masculino: Antonio Cremades, Vicente Sánchez y Antonio Botella Abad. Ese mismo día, el Alcalde, convocó a los patronos para comunicarles la presentación de la plantilla. La convocatoria iba dirigida a: Ramón Calpena Cañizares; Manuel Calpena Cañizares; Antonio Cremades Martínez; Sentenero Hermanos; Mira Botella y Compañía; Calpena Hermanos; José Vicedo Díez y Francisco Lara Berenguer.
Apenas una semana después, era el Gremio de Constructores de Suelas el que se dirigía al Alcalde mediante un escrito que, sin presentar plantilla, reclamaba algunas reivindicaciones: subida de un 30% del precio de la mano de obra; que la estopa se considerase como brasa del banco, tal y como ocurría en otras poblaciones; el cumplimiento de la plantilla de junio de 1917; y, por último, la unificación de los precios en las faenas extraordinarias. El escrito iba firmado por el presidente de la sociedad, Pascual Cánovas Martínez.
Los fabricantes de alpargatas protestaron acusando a los obreros de vulnerar la base 4ª de la plantilla de junio de 1917 por no haber entregado la estopa y añadían que mantenían “una actitud hostil sin motivo justificado”. Ese mismo día enviaron dos cartas más dirigidas al Alcalde, una referente a los constructores de suelas y otra a los hiladores.
Finalmente ofrecieron el mantenimiento de la plantilla de junio de 1917 con un aumento del 20% y la reclamación de la estopa sobrante. Explicaban las “anormales circunstancias reinantes”, en relación a la dificultad de adquisición de materias primas en el extranjero, y amenazaban con suspender temporalmente los trabajos o reducir el volumen de producción. En cuanto a los hiladores, se les ofreció un aumento del 10%.
Tras varias negativas, a primeros de marzo de 1918, se firma el primer convenio entre patronos y costureros con la presencia del Alcalde. Se acordó una subida del 15% sobre los precios de 1918; la aprobación de una plantilla unificada de precios y la formación de una comisión formada por tres patronos y tres obreros para el seguimiento del convenio.
Sin embargo, el acuerdo entre patronos y alpargateros no se cumplió. Un año después de su firma, en abril de 1919, una carta sellada por el la sociedad de costureros y El Renacer Femenino y suscrita como “los obreros organizados de Aspe”, solicitaba al Alcalde su mediación ante los patronos debido a la “subida exorbitante de los artículos más indispensables”. El Alcalde convocó a los patronos y pidió a los obreros que especificaran más sus pretensiones. Estos contestaron solicitando una subida salarial del 45%: un 30% de subida sobre la base, más el 15% que se tenía que haber aplicado el año anterior y que no se había cumplido.
La incorporación de nuevos afiliados y las mejoras salariales obtenidas mediante las negociaciones con la clase patronal, fortalecieron estas agrupaciones que, poco a poco, van dotándose de una sólida estructura interna. El último día de diciembre de 1919 celebraron sendas asambleas generales con objeto de configurar sus juntas directivas. La Sociedad de Costureros quedó configurada de la siguiente forma: presidente, Antonio Botella Abad; vicepresidente, Francisco Gras Pujalte; secretarios, Antonio Cremades Erades y Francisco Alcaraz Soria; tesorero, Vicente Sánchez García; contador, Gaspar Pérez Sánchez; vocales, Agustín Asensi Alemañ, Luis Verdú Miralles y Antonio Cascales Ramos; cobrador, Vicente Berenguer Pérez; Junta Revisadora de Cuentas, Vicente Botella Pastor, José Torres Galvañ y Antonio Caparrós Cerdán; delegados del Centro Obrero, Antonio Cremades Erades y José Torres Galvañ.
Con respecto al El Renacer Femenino se eligió como presidenta a María Erades Martínez; vicepresidenta, Josefa Bonmatí Asensi; secretarias, María Caparrós Botella e Isabel Vicente Alberola; vocal tesorera, Teresa Mateu Campello; vocales, Rafaela Erades Martínez, Antonia González Erades, Isabel Gil Manchón y Gertrudis Antón Muñoz. Y para el consejo de administración, presidente, Antonio García Cerdán; secretario, Abelardo Díez Mira; tesorero, Manuel Caparrós Poveda; cobrador Conserje, Francisco Cerdán Pastor; vocales, Antonio Gonzálvez Esteve y Vicente Botella Pastor.
En enero de 1920, eran ahora, los hiladores de cáñamo de Aspe, los que remitían escrito al Alcalde, solicitando su mediación para la aprobación de la plantilla de precios por sus trabajos. Aludían, nuevamente, a “las circunstancias críticas por la que atravesamos”. No obstante, el escrito no tuvo repercusión alguna. No hubo reunión con los patronos y el tema de los hiladores quedó aplazado.
Al congreso de Castellón, celebrado en mayo de 1920, se desplazaron representantes de Aspe de todas las secciones y a su regreso, el 4 de junio, enviaron un escrito al Alcalde poniendo en su conocimiento que “cumpliendo los acuerdos de la Asamblea Nacional de Obreros Alpargateros de España, celebrada en Castellón de la Plana en los días 16, 17-18 del pasado mes de mayo y deseando el llevar a efecto tales acuerdos, deseamos que para esta tarde reúna a los señores fabricantes de esta industria y ante la presencia de Vd. como autoridad local, venir a un acuerdo entre ambas partes”.
Las peticiones obreras eran las siguientes:
El Renacer femenino, incluir el 80 por 100 en plantilla y además solicitar el 25% de aumento sobre los jornales que en la actualidad rigen.- La Sección de Costureros incluir el 100 por 100 que en la actualidad tenemos en plantilla y además un pequeño refuerzo y solicitar el 60 por 100 sobre el jornal que en la actualidad ganamos.- La Sección de Hiladores incluir el 60 por 100 en plantilla y además una reforma muy pequeña y solicitar el 30 por 100 sobre el salario que en la actualidad ganamos.- La Sección de Similares incluir el tanto por 100 en la misma forma y solicitar el 40 por 100 del mismo modo que las demás secciones.- Los Curtidores en la misma forma incluyendo el tanto por 100 en plantilla y solicitar el 25 por 100”.
Los patronos contestaron que estudiarían estas peticiones. Pero, un día más tarde, los obreros alpargateros anunciaron un paro generalizado hasta que no se les diera una contestación concreta. El paro se mantuvo durante un mes. Hasta la convocatoria de una reunión en el Ayuntamiento con ambas partes. Para dicha reunión el Sindicato de Fabricante de Alpargatas solicitó ampliar el número de sus representantes a cuatro para incluir como secretario a Antonio Murcia. Por su parte, los obreros nombraron para dicha reunión a los siguientes compañeros: José Torres Galvañ, Antonio Botella Abad y Celestino Ramos Alemañ, actuando como secretario Valentín Bevía Torres.
Las continuas huelgas y conflictos deterioraron las secciones de Aspe y les obligaron de nuevo a mantenerse durante algunos años alejados de la Federación Nacional de Alpargateros. Esta, por su parte, en su Congreso celebrado en Lorca en 1922, acordó ingresar, una vez más, en la UGT.
Un año más tarde, tras las medidas represivas que se tomaron contra las organizaciones sindicales y políticas por el Gobierno de Miguel Primo de Rivera, la Casa del Pueblo sufre un proceso de estancamiento y desorganización que le lleva a estar sin apenas funcionalidad durante los próximos seis años. Estas medidas afectaron sobre todo a las organizaciones anarquistas pero curiosamente, en Aspe, el auge del anarcosindicalismo penetró con fuerza en la Casa del Pueblo, lo que llevó a un conflicto entre estas organizaciones y las tradicionalmente socialistas de la población, sobre todo en la de alpargateros que, durante un tiempo, tuvieron dos sociedades, una anarquista y otra socialista.
Con la Casa del Pueblo clausurada por el Gobierno se ralentizó, la actividad sindical en la población. Reprimido fuertemente el anarcosindicalismo, las organizaciones socialistas salieron beneficiadas a finales de la década de los treinta, ya en puertas de la segunda República Española.
En estos años, desde el Gobierno se intenta organizar la actividad industrial alpargatera y al mismo tiempo ejercer algún tipo de control sobre la misma. En 1929, se dispuso la constitución de un comité interlocal, con jurisdicción en toda la provincia, para los ramos de confección, sastrería, zapatería y alpargatería a excepción de lo que se había dispuesto para las localidades de Elche, Crevillente, Aspe, Novelda, Callosa del Segura, Monóvar, Banyeres y Yecla donde se había preparado que se constituyera propio.
En 1932 el Sindicato del Ramo de la Alpargata se separa de la Casa del Pueblo en Aspe debido nuevamente a la influencia de los afiliados anarcosindicalistas. Para la CNT no debía de haber una sociedad para cada ramo sino que todas debían de pertenecer al denominado Sindicato Único y este dividido en varias secciones. La respuesta de la agrupación socialista local, recientemente creada, fue junto con la UGTla de organizar un nuevo sindicato alpargatero dentro de la órbita socialista.
Fig 4 Alpargateras
Alpargateras en Aspe.
La llegada de la República no consiguió todas las aspiraciones que reclamaban la clase trabajadora. Desde la prensa local se expresaban de esta forma sobre la situación de las alpargateras: “la mujer de antaño entregada a los quehaceres domésticos, se ha convertido hoy en obrera del taller, de la Fábrica, del Laboratorio, una explotada como el hombre, del Capital y he aquí por qué surja la imperiosa necesidad de hacer Leyes Sociales encaminadas a compensar el estímulo de la obrera madre con Leyes como el Retiro Obrero, Seguro de Maternidad”.

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